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¿Qué es Telesur? (página 2)



Partes: 1, 2

Afortunadamente, las dimensiones de la integración no son estadios consecutivos,
sino que suelen estar en claro desorden. La
comunicación es, pues, capaz de lograr importantes
metas en los procesos de
cohesión de sociedades.
Podemos recordar, por ejemplo, los últimos años de
Alemania
dividida, cuando las señales
de las estaciones de televisión de Alemania Occidental
invadían las pantallas de la
República Democrática en el Este. Dicho
contacto constante fue un motor importante
para mantener -en cierta medida- integrada a dos sociedades
separadas por fines políticos, hasta la caída del
muro de
Berlín en 1989.

De esta manera, Telesur sale al aire y se
encuentra con un público amplio y heterogéneo,
marcado por tradiciones y costumbres similares, pero separado por
las distancias geográficas y por las difíciles
barreras fronterizas. Es un público además
sectorizado por la brecha tecnológica del cable (televisión
por suscripción) o de la Internet, pues es solo un
porcentaje reducido de la población la que tiene acceso a estos
canales de comunicación. 

El sueño
de
Bolívar          

A juicio de la periodista Isachi Fernández, del
Servicio
Informativo Cubarte, se han hecho muchos intentos de medios para la
integración regional, pero la mayoría
fueron sofocados. Explica que
los antecedentes están en el Correo del
Orinoco
, fundado por Simón
Bolívar, después el
periódico Patria,
de Martí;
Radio Sandino y
Radio Farabundo
Martí
.

Desde hace ocho años, una Organización no Gubernamental
brasileña ha venido apostando por la
materialización de Televisión América
Latina (TAL). La red de creadores del
proyecto
concibe a TAL como el Canal de la
Integración
, ya que asegura que el
sueño inteligente de una región unida tiene que
superar la visión nacional que aún se encuentra
fuertemente arraigada en los medios de comunicación de
cada país. Este propósito descentralizado, y
co-financiado por varios sectores, aún se halla en etapa
de planificación, mientras que la
rápida inversión inyectada a Telesur hizo que las
transmisiones de este canal comenzaran mucho antes que las de
TAL.

Por su parte, las iniciativas privadas se han visto
alejadas de los esfuerzos por crear una televisora trasnacional
con fines de cohesión cultural, por lo que la oportunidad
descansaba en manos de los Estados, quienes estaban signados por
televisoras de carácter público que usualmente no
respondían más que a objetivos
gubernamentales y partidistas.

En el caso de Venezuela,
para 1999 el balance de Gustavo Hernández, del Instituto
de Investigaciones
de la Comunicación (Ininco), denominado
Diagnóstico de la Televisión en
Venezuela
, aseguraba que los concesionarios
privados han sido pioneros en cuanto al fomento de televisoras
nacionales y/o regionales, mientras que el Estado
siempre se ha mantenido al margen de las propuestas de
expansión e industrialización
televisiva.

La historia de la
televisión pública en este país nos
muestra, desde
sus inicios en 1952 cuando sale al aire Televisora Nacional de
Venezuela (TVN-Canal 5), una profunda desidia gubernamental en lo
que a medios en manos del Estado se
refiere. TVN-5 comenzó con pasos inestables, sin embargo,
se mantuvo durante 40 años y luego fue suspendida por la
precaria asignación presupuestaria. Tras un periodo fuera
del aire, el gobierno de
Rafael Caldera decidió ceder esta señal a la Curia
católica venezolana, dejando a cargo de los medios
privados la producción de los contenidos.

En 1974, se creó la hoy re-potenciada Venezolana
de Televisión (VTV), otro esfuerzo más por hacer
una televisión pública de calidad e
independiente. Pero, según el mismo estudio del Ininco de
1999, "VTV emuló los mismos parámetros difusivos de
la
televisión comercial, debido a que cedió su
tiempo de
antena a los seriales importados estadounidenses, a los
informativos, y a los juegos de
cinco y seis y loterías, dejando a un lado el género
documental y educativo".

En este caso, el intento se alejó de una
verdadera televisión de servicio
público
, pues en dicho esquema el
medio debía apuntar a una programación de calidad y con diversidad de
contenidos, abandonando relativamente la -algunas veces terrible-
influencia del rating. VTV
encabezó pues la lista de los que más infringieron,
en una semana, un decreto que velaba por la protección
psicosocial del niño y adolescente, explica el
Ininco.

Tras el arribo del proyecto bolivariano a Venezuela,
liderado por el presidente de izquierda Hugo
Chávez, VTV adquirió una importancia relevante
a nivel político, especialmente debido a la férrea
oposición que adelantaron los medios privados contra el
Ejecutivo. El canal se convirtió en una especie de refugio
informativo para los seguidores de Chávez, quienes
encontraban contenidos acordes a la realidad que dibujaba el
presidente en sus discursos.

Seguidamente, otro canal público, creado en
noviembre de 2003, parece estar sufriendo un destino parecido.
Impulsado por el Estado, como una alternativa cultural, Vive Tv
entreteje el acervo de costumbres y conocimientos enmarcados en
patrones dirigidos por la esfera gubernamental, olvidando
nuevamente la independencia
que debe poseer un medio de servicio público. Cabe
añadir que el recién inaugurado canal del Congreso
venezolano, ANTV, corre el mismo riesgo, tras ser
manejado por lo mayoría oficialista en el
Parlamento.

Ya en los años 70, desde el sector de los
estudiosos y los académicos, se podía intuir que
algo malo estaba pasando con los canales pagados por los Estados
y administrados por los gobiernos de turno, razón por la
cual, uno de los investigadores venezolanos más
importantes, Antonio Pasquali (fundador del Ininco), creó
el conocido Proyecto Ratelve, que abogaba por la
implantación de una televisión de servicio
público en Venezuela.

Junto a un excelente equipo profesional, Pasquali
elaboró dos documentos en los
que se proponía crear un tercer polo
radiotelevisivo
que no dependiera ni del
mercado ni del
gobierno de momento. Esa era la idea de un verdadero medio
independiente, es decir, una televisión de servicio
público, que contemplara la creación de una
autoridad
independiente de la radiotelevisión, que administrara las
frecuencias radioeléctricas y creara un servicio
totalmente desgubernamentalizado.

Sin embargo, el Proyecto Ratelve careció de la
real simpatía de los dos sectores dominantes en la
comunicación radioeléctrica: el gobierno y los
medios privados. Años después, Telesur es la
primera propuesta de un canal multinacional en América
Latina que emana del seno de la televisión pública,
cuestión que el investigador y profesor
universitario, Marcelino Bisbal, considera como "necesaria",
aunque asegura que dicha promesa solo cobrará éxito
siempre y cuando se tome en consideración la tesis de
servicio público que debe tener todo medio de
comunicación estatal. 

Exportar
la
Revolución 

Telesur es, sin dudas, un proyecto político y
estratégico, o al menos esto es lo que afirma su director,
Aram Aharonian, quien explica que después de
décadas de progresivo vaciamiento -y privatización– de los Estados nacionales,
estos están ahora recobrando su papel para impulsar la
construcción de un medio de
comunicación audiovisual hemisférico, con la
misión
de difundir una versión real de la diversidad social y
cultural de América Latina y el Caribe,
para ofrecerla al
mundo
.

Una descripción de la realidad para un planeta
que efectivamente ha estado supeditado a un orden comunicacional
macabro y que exige contenidos diferentes. Pero el error de
Aharonian se basa, precisamente, en afirmar que la
difusión de la
realidad
puede estar en manos de lo que
denomina Estados nacionales, sin reparar en el hecho de que son
realmente los gobiernos de estos países quienes
estarían dominando dicho orden comunicacional.

Según el ex embajador de Venezuela ante la
ONU, Milos
Alcalay, la propuesta de una Televisora Regional, como
vehículo para la integración, lo que realmente
procura es servir como instrumento ideológico para la
exportación de la Revolución
venezolana. Explica que la nueva tribuna no está abierta
ni a la disidencia ni al pluralismo, lo que puede ser entendido
como un arma de filo político.

Para frenar estas conjeturas, el ex ministro de
Comunicación e Información venezolano, Andrés
Izarra, quien a su vez fungía como presidente de Telesur,
presentó abruptamente su renuncia a la cartera
ministerial, argumentando que ambos roles no eran compatibles
para hacer una televisión de calidad e independiente.
Izarra estaba en lo correcto.

La sabia decisión hizo resplandecer el
sueño de una genuina autonomía de criterios en la
cadena multiestatal, pero solo sobre su forma, porque el fondo
seguía siendo el mismo: un poder
mediático controlado directamente por el gobierno de
turno. El vehículo para la exportación de la
Revolución continuó entonces su rumbo hacia la
consolidación de una defensa mediática, marcada por
los mismos vicios que sus competidores del Norte.

Otros países propietarios de Telesur, Argentina
(20 por ciento), Cuba (19 por
ciento) y Uruguay (10
por ciento), aceptaron que el desafío propuesto era crear
un medio que fuera independiente de los medios comerciales, pero
también han apostado para que la difusión de un
proyecto político pueda servir como vínculo para
las naciones de América Latina. Los gobiernos de los
países miembros del consorcio comunicacional responden a
una simpatía por el proyecto venezolano, que tiene
claramente su base en el sector político que representan
en sus respectivos terrenos.

La clara afirmación de Aharonian nos invita a
entender Telesur como una estrategia
hemisférica que, si bien puede conseguir los objetivos de
integración, referidos a la construcción de un
imaginario común latinoamericano, difícilmente se
acercará a los planteamientos de Pasquali sobre una
radiodifusión como servicio público a partir de las
premisas relacionadas con la financiación, la publicidad, la
calidad e independencia de los contenidos, y la complementariedad
en el espectro comunicacional. 

Apoyo de la
región 

Mientras la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP) se
esfuerza en dar a conocer su preocupación por la constitución de la señal de Telesur
con capitales de dos países a los que se califican como
enemigos de la libertad de
expresión
(Venezuela y Cuba), otras
naciones han enfrentado serias críticas -internas y
externas- sobre su intensión de incorporación y
apoyo a la multiestatal.

La inversión de Uruguay en las acciones del
canal, formalizada por el presidente de centro-izquierda
Tabaré Vázquez, ha estado en el ojo del
huracán luego de que la oposición en este
país denunciara que la asignación monetaria nunca
fue aprobada por el Congreso uruguayo. Asimismo, el presidente
argentino Néstor Kirchner (también de
centro-izquierda) ha sido objeto de una corriente de
opinión contraria a la participación de Argentina
en Telesur, a lo que se le ha aunado el escándalo nacional
que generó un Decreto que renovó las licencias de
radio y
televisión a medios privados por 10
años.

Entre tanto, el otro aliado político de
Venezuela, Brasil, se ha
visto temeroso a incorporarse a tan ambicioso proyecto
multiestatal, especialmente debido a sus propios planes en
materia
comunicacional. TV Brasil Internacional, como se llama el nuevo
medio que inauguró el presidente Luiz Inácio Lula
da Silva, apunta a conquistar la audiencia de Sudamérica
con propósitos muy parecidos a los de Telesur

Sin embargo, altos representantes del gobierno
brasileño han explicado que TV Brasil no competirá
con Telesur, pues ambos medios podrán
colaborar en el futuro
. Lo que sí se
puede vislumbrar es que mientras Brasil adelante esta propuesta
suramericana, difícilmente invertirá esfuerzos en
la consolidación del proyecto de sus hermanos
políticos, y especialmente luego del sinfín de
problemas y
escándalos internos que ha venido enfrentando la
administración de Lula da Silva.

Por otro lado, desde el Norte se ha visto la más
recia oposición a la iniciativa venezolana, principalmente
en los Estados Unidos,
donde el Congreso de este país aprobó una enmienda
que permite transmisiones de radio y televisión dirigidas
a Venezuela con información precisa y
objetiva
para contrarrestar el
antiamericanismo de Telesur.  Cuestión que por
absolutamente absurda ha caído por su propio peso, pues
días después el mismo embajador norteamericano en
Caracas, William Brownfield, aseguró que los Estados
Unidos no interferirá las transmisiones del canal
latinoamericano como se había planteado.

Ahora, la interrogante es que si dentro de este contexto
internacional -de alianzas políticas
y guerras
mediáticas-, donde se está llevando a cabo la
emisión de una señal pública, pero no de
servicio público, la propuesta del presidente
Chávez tiene la posibilidad de llevarse a cabo con
independencia crítica
de los gobiernos, pues partimos del fundamento de que ése
es el camino para el verdadero éxito de
Telesur.

¿Será Telesur la Al Jazeera de
América Latina?, ¿qué tipo de
televisión pública están impulsando nuestros
gobiernos?, son preguntas que finalmente solo podrán ser
respondidas tras un balance de tipo temporal y estructural, donde
se haga una evaluación
del cumplimiento de los objetivos del canal, especialmente la
integración regional, y sobre todo de los medios que se
han usado para lograrlos. 

 

 

 

 

Autor:

Carlos Arcila Calderón

venezolano, periodista, Jefe de Redacción de la Agencia de Noticias
venezolana Intopress.

Revista Chasqui
Centro Internacional de Estudios Superiores de
Comunicación para

América Latina (CIESPAL)
Email: chasqui[arroba]ciespal.net     
info[arroba]ciespal.net
Weblog: www.revistachasqui.blogspot.com
Web:
www.chasqui.comunica.org
Web institucional: www.ciespal.net
Quito –
ECUADOR

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